miércoles, 22 de octubre de 2008

ciclismo en cuba

«No es fásil, no es fásil, ¿cómo no?» El transporte, el calor, las lomas, los precios, los estudios, la guerra, el terrorismo, la comida, nada es fácil para los cubanos, que viven apoyados en esta muletilla que al principio sorprende y al final se le pega a uno.

El tema de los repuestos es un verdadero quebradero de cabeza así que hay que llevarse todo, repito, todo lo que sea necesario para salir de una avería. Si tenemos mala suerte y no tenemos repuestos, sólo nos queda encomendarnos al buen hacer y al ingenio de los cubanos que normalmente son capaces de arreglar lo irreparable.

En cuanto a las bicicletas que se ven por la isla, casi todas son chinas o rusas. Unos armatostes de acero con unos desarrollos que cuesta mucho mover. Tu bicicleta occidental es allí una joya. Mi vieja Specialized Rock Hopper era allí un objeto de deseo y en ciudades turísticas como Baracoa, algunos cubanos pudientes me llegaron a ofrecer 200 USD por ella. Hay que tener en ecuenta que en el país tener un coche o una moto es complicadísimo así que la bicicleta es una solución intermedia y a muchos les encanta poder fardar de bici.

El cubano se va habituando a ver a turistas que pasan sus vacaciones en una bicicleta, pero no es muy común ver a cubanos practicando ciclismo, sobre todo porque no tienen los medios. Sin embargo, existen clubes ciclistas como el de Imías que intentan potenciar este deporte en la isla.


Pedalear en la isla tampoco es fácil, por supuesto. Cosas tan comunes aquí como un neumático son en la isla un lujo, así que hay que ir provistos de repuestos. Los pinchazos no son problemas porque abundan las poncheras en las que por un peso te repararán el ponchazo. Como las señales de tráfico no son muy abundantes, estas poncheras son los sitios ideales para preguntar por la dirección que buscamos o el estado de las carreteras. En el sur, sobre todo, hay tramos en los que el asfalto está de pena y hay que pedalear con cuidado. En la misma ciudad de La Habana, pese al numeroso tráfico ciclista, hay unos boquetes en el piso que pueden acabar con las llantas más resistentes.
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Josué Gainza (en la foto superior aparece en su pequeño taller) preside el Club La Farola de Imías y cada vez que ve a un turista en bici le detiene para ofrecerle su ayuda. Poco a poco, está logrando que le envíen material para hacer posible que a los jóvenes de su pueblo les entre el gusanillo de la bici. Lo que aquí no sirve, allí es material precioso. Imías, además, es lugar estratégico para pasar la noche antes de afrontar el puerto de La Farola.

Tuve un encuentro casual con otro ciclista cubano en la zona de Guardalavaca. Tenía pintas de corredor y hasta una bicicleta semieuropea, llevaba culotes y guantes, parecía preparado. Pedaleamos juntos hasta Holguín y me fue contando que era la estrella del equipo ciclista de su ciudad. Al final, aunque el tipo no pedaleaba mal, se trataba de un camelador que sólo quería venderme puros.

En la isla se celebra una vez al año la Vuelta a Cuba y en ella toman parte también corredores europeos. No es una prueba de gran importancia y uno se pregunta cómo coño se pueden hacer carreras en esa isla. Pues la hacen y lleva celebrándose unos cuantos años aunque este deporte es insignificante si se compara con el beisbol, el deporte cubano por excelencia.

Todo el material que lleves te vendrá bien y lo que no utilices lo puedes dejar allí, como hice yo. Al regresar a casa, si en el avión no te han hecho alguna avería, te puedes encontrar con que tu bici se va roñando. El salitre y la humedad del Caribe no perdonan.

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